junio 2012

Bitácora de Selene; IV (3º parte) – El viaje; Bajo tierra

Tras bajar por las escaleras de varias varas de altura llegué a la caverna de la sangre. La sensación húmeda del recinto y su oscuridad granate silbaban acompañados de susurros cavernosos. Percibí un resplandor al final del túnel que alcancé tras unos pasos. En aquél lugar, sobre un lago rojo, una barca con dos jóvenes aguardaba pacientemente. Semejante a las naves usadas en las fiestas de Amón ésta se diferenciaba en que sus extremos presentaban cabezas de lagarto de cuyas bocas salían espirales metálicas que se hundían en el agua. Dos crestas coronaban sus cabezas y sus cuerpos se unían formando el de un sólo animal.

Asimismo, los hombres que, situados cada uno a un extremo de la barca, portaban los remos y me miraban ansiosos, tenían la nariz aguileña y el pelo largo y lacio, muy brillante, los pómulos salientes y la frente ancha. Sus ojos eran almendrados y su cabeza ancha pero de cráneo alargado. Sus cuerpos estaban completamente surcados de tatuajes y sus dientes presentaban formas particulares como si hubieran sido limados, intercalándose entre ellos piedras preciosas. Subí así a la barca que avanzó durante una hora entre numerosos túneles angostos y oscuros que se mezclaban laberínticamente.

La paredes de los mismos estaban surcadas de jeroglíficos sagrados y egipcios que contaban las historias de estos pasadizos. La mayoría recalcaban señales de advertencia o anuncios de posibles consecuencias espirituales para los que por allí paseasen. Finalmente llegamos a una orilla, aún bajo tierra. Los remeros no hicieron ademán alguno y al llegar, pararon la nave y se mantuvieron inmóviles, mirando al suelo.
Salí de la barca y  me acerqué a unas escaleras, que se desplegaban frente a mí, muy semejantes a las que había bajado hacía apenas una hora. Me dispuse a subirlas mientras oía un susurro ahogado a lo lejos. Al llegar al último escalón encontré un doble portón de piedra labrada con un enorme dragón con grandes pomos como cuernos. Cogí aire y los empujé. 
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>NOTAS: 

Medidas de longitud:
(*1)  Vara de cuerda – 52,5 metros

El deseo de Litha

Sientes el instinto cuando has conocido al animal. E, inexorablemente, crece el deseo de volver a la selva. La esclavitud se convierte en adicción y se va comiendo, poco a poco, la luz. Es el espíritu que despierta. Mutación en una noche mágica, arcaica, que te hace volver a lo que no recordabas.

Deseo, de cualquier cosa, pero deseo. Puro, llano, simple. Llamando.

Se oye su susurro en el viento nocturno. Le suplico que me lleve y me pierda. Quiero madera en mi coño. Que me lleve. No puedo esperar.

Es una selva enredada de demonios que me encuentran ahora. Se les oye cuando no escuchas y te susurran que vuelvas, en lo profundo. Chillidos roncos bajo la luna de Litha.