Preludio: Tu eres una Diosa

Cada ser de este planeta está cargado de forma natural de amor y de paz. Ésta es la energía universal de la que todos formamos parte. Esta energía es común a todos los seres vivos conocidos y todas las religiones hablan de ella como base de su filosofía. Está en nuestro más íntimo subconsciente el relacionar a Dios con un estado absoluto de paz y de amor. Incluso aquellos que no creen en un ser superior están de acuerdo en que, de haberlo, tendría que estar basado en el amor. Así Dios y amor se funden en nuestro subconsciente como una misma cosa.

 

El nacimiento de Venus, por William Adolphe Bouguereau (1879)

Sin embargo, antiguamente el sexo también era parte inseparable de la divinidad.  El ideal griego de perfección física unido a la iluminación espiritual (que conllevaba la realización del individuo) se ha ido desvaneciendo junto al culto a la divinidad, lo que nos ha hecho olvidar el culto al amor y al sexo como algo sagrado.  Nietzsche dijo una vez: “Las religiones han tratado de matar el sexo pero no lo han conseguido, y ahora el sexo no está vivo ni muerto, sino envenenado“.

SEXO Y PAGANISMO

“Algunos autores nos aseguran que, poco antes de la victoria del Cristianismo, corría una voz misteriosa por las orillas del Egeo que decía: “- El gran Pan ha muerto- “. El antiguo Dios universal de la Naturaleza había dejado de existir, lo cual produjo gran alegría, porque se creía que, habiendo muerto la Naturaleza, había muerto la tentación.” (Michelet, 1862, 43)
Pero aún podemos remontarnos a las antiguas religiones en las que el sexo era considerado como un acceso místico a una experiencia espiritual, concepto que hoy en día enraiza y podría estar relacionado con un término bastante de moda, la magia sexual. Estas religiones paganas han vivido escondidas a la sombra de las grandes religiones que, en muchos casos, han adoptado sus mismas simbologías y ritos. La explicación a esto podría ser para algunos que, con la llegada del Cristianismo, muchos paganos convertidos seguían rindiendo culto a sus antiguas divinidades disfrazadas bajo nombres o apariencias cristianos. Para otros, sin embargo, fué la propia Iglesia la que adoptó sus simbologías para facilitar así la adaptación de los conversos. Sea como fuere las analogías entre unas culturas y otras son asombrosas, aunque sus preceptos hayan cambiado hasta volverse prácticamente opuestos.

Isis con Horus (izquierda) y La Virgen con el niño (derecha)

Puede que éste sea el motivo de que, aunque las divinidades paganas hayan vivido a la sombra durante cientos de años, sus cultos no hayan desaparecido del todo. Hoy en día en algunas zonas del planeta disfrutamos de una gran libertad religiosa y eso unido a la curiosidad científica y los avances en antropología y arqueología está haciendo que nos acerquemos cada vez más al reencuentro con nuestra espiritualidad primaria. No sólo la ciencia y la libertad son caminos para recuperar esa esencia divina de nuestro interior, en realidad el camino está dentro de cada uno.

LOS DIOSES PRIMITIVOS

Las religiones paganas están plagadas de divinidades masculinas y femeninas que se aman, practican sexo y se reproducen. Aunque tal vez nos resulte extraño pensarlo así, estos patrones surgen de ideas primitivas sobre la divinidad y la naturaleza. Es lógico pensar que el pensamiento arcaico de divinidad partiera del concepto de naturaleza o creación. La naturaleza es el verdadero Dios primitivo de nuestros antepasados y contenía los conceptos de vida y reproducción encarnados en los de lo masculino y lo femenino. Así surgen un Dios Masculino y una Diosa Femenina cuya unión crea la energía universal y con ella, la vida.

Los simbolos de la Diosa son la tierra y la copa. Los del Dios la semilla y la espada. Todos tienen una raíz sexual ya que la copa sirve de recptáculo, al igual que la tierra que engendra la semilla y la hace brotar. La espada también actúa como símbolo fálico.

LA DIOSA OLVIDADA

Hombre y mujer son Dios y Diosa. Durante muchos años la representación

Venus de Willendorf (25000-20000 a.C.)

de la Diosa madre ha estado relegada a imágenes inferiores, se le ha arrebatado su aura divina y se ha condenado al olvido. Paralelamente el papel de la mujer ha sido también dejado en un segundo plano por las sociedades que le han dado de lado en cuestiones políticas, religiosas, económicas, científicas, artísticas, laborales e incluso sexuales. Si en el pasado remoto, las mujeres, para sobrevivir en un mundo dominado por la fuerza bruta, sentimos la necesidad de la protección de los hombres, a lo largo de los milenios este proceso de dominación se ha seguido perpetuando sin razón. Hoy en día, en muchos lugares del planeta, la mujer ostenta un poder en la teoría prácticamente igual al del hombre, sin embargo, sus patrones mentales en algunos casos siguen anclados a los conceptos de dependencia y dominación que aprendió en la prehistoria.

Está en la mano de cada mujer ser consciente de nuestra historia y nuestra fortaleza, de nuestra belleza y divinidad. Haciendo esto honramos a la Diosa que es nuestra madre y nos guía. La Igualdad sólo es posible si cambiamos los manidos conceptos machistas y los reemplazamos por los que siempre debieron ser: los de ser una auténtica Diosa. La mujer es un icono de magia y poder. Siéntete como tal.