Selene Cruz

El deseo de Litha

Sientes el instinto cuando has conocido al animal. E, inexorablemente, crece el deseo de volver a la selva. La esclavitud se convierte en adicción y se va comiendo, poco a poco, la luz. Es el espíritu que despierta. Mutación en una noche mágica, arcaica, que te hace volver a lo que no recordabas.

Deseo, de cualquier cosa, pero deseo. Puro, llano, simple. Llamando.

Se oye su susurro en el viento nocturno. Le suplico que me lleve y me pierda. Quiero madera en mi coño. Que me lleve. No puedo esperar.

Es una selva enredada de demonios que me encuentran ahora. Se les oye cuando no escuchas y te susurran que vuelvas, en lo profundo. Chillidos roncos bajo la luna de Litha.

Bitácora de Selene; IV (2º parte) – El viaje; La Gran Pirámide

Cuando la quinta luna del año alcanzó su fase vacía y Ra atravesaba el signo de Castor y Pólux, símbolo dual y mutable, me despedí de los míos.

Vestida acorde a los auspicios, me dirigí, con un pequeño séquito de tan sólo 20 personas encabezado por Adio, hacía la meseta de Giza. Frente a los frondosos palmerales de la ribera occidental del Nilo, la cohorte se situó frente a las gran pirámide, esperando las señales convenidas.

La Gran Pirámide dorada

Bajo la iluminación de las antorchas, se iniciaron libaciones en almizcle y benjuí acompañadas de salmos sagrados. La invocación, preparada desde hacía días, se producía en un círculo sagrado de incienso que creaba una protección para el cortejo.

Los mejores miembros de mi ejército, músicos, cantantes y algunos sacerdotes, seleccionados cuidadosamente en base a la predicción, me acompañaban en el momento previo a mi muerte. La pirámide, que recubierta de caliza blanca y de finas láminas de oro y plata podía verse, incluso de noche, a varias horas de marcha1), se erigía lánguida y muerta.

De acuerdo a las crónicas del antiguo escriba sagrado, Adio, el gran sacerdote, arrojó las ofrendas a los cuatro puntos cardinales. A los varios minutos, se produjo la resonancia profunda de un silbido lejano, muy intenso, y la tierra tembló bajo nuestros pies. Una enorme nube de polvo, que tapó momentáneamente la mitad inferior de la pirámide, nos sorprendió mientras otro sonido, esta vez más cercano y profundo, aulló bajo la tumba.

Lentamente, el polvo se disipó y el mundo pareció cobrar de nuevo su natural equilibrio. Fue entonces cuando Adio procedió a abrir la puerta de piedra giratoria que componía la entrada al monumento milenario.

Bajada a la cámara subterránea

Al adentrarnos en la pirámide, descendimos por un pasaje angosto de aproximadamente 2 por 2 codos reformados2). Frente a la comitiva, el sacerdote prendía pequeñas antorchas laterales del pasillo que avanzaba unas 15 brazas3) hacia el interior de la construcción. Al final del túnel, otro pasadizo más estrecho, de menos de 2 por 2 codos reformados, se enclavaba aún más en las profundidades del sepulcro.

La cámara del Caos
Se acercaba el momento de mi muerte y ello me excitaba. Sentía latir mi sexo cuando el sonido de los obóes dobles, laúdes y arpas entonaron una nota sagrada que se mantuvo suspendida en el aire durante varios segundos. Ante mis ojos, las paredes de la cámara que ante nosotros se extendía y que debía de medir menos de 1 vara de profundidad4), se abrieron para dejar paso a la comitiva.

En la cámara del Caos, Adio me ayudó a introducirme en el pozo cuadrado. Con un diámetro de 1 braza, en su interior se podían observar ahora una escaleras por las que descendí. -«Has de bajar tu sola«- me dijo, antes de perder a mi compañía y penetrar en el agujero.

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NOTAS: 
Medidas de tiempo:
 (*1)  hora de marcha – 10.500 metros
Medidas de longitud:
(*2)  codo reformado – 523,5 mm
(*3 brazas – 1,80 m
(*4)  vara – 18 m

Bitácora de Selene; IV (1º parte) – La Profecía

Los signos aparecieron tal y como lo hacían en la profecía. Dos símbolos de más de dos varas de cuerda1), cada uno inscritos en la arenas, en tan sólo una noche.

El Regreso de la Séptima Serpiente

Esta predicción, que se pierde en los tiempos a través de las palabras de mis más remotos antepasados, es ignorada por el pueblo y por cualquiera que no posea sangre real. La preparación por mi parte había sido concienzuda, desde que tengo uso de razón..

7 días antes de la fecha exacta, Hammal me trajo la noticia. Recuerdo recorrer el centro de las ruedas con entereza, procurando disipar el temor del pueblo pero con cierto estupor. Allí estaban, tal y como anunciaba el vaticinio. Dos enormes discos monumentales con inscripciones sagradas.

Acudí al gran sacerdote, Adio, que como siempre me recibió pacientemente en su oráculo.

El primer disco es el llamado ‘El Regreso de la Séptima Serpiente‘»- dijo- » En él, podemos leer varias palabras escritas en el antiguo lenguaje sagrado. ‘Sacerdote’, ‘eclipse’ y ‘renacer’ aparecen, entre muchas otras, con la vida y la divinidad en su centro.»- expuso.

Tzolkin, el calendario sagrado

El segundo círculo es el Tzolkin, calendario sagrado. En él hay mucha información.»- dijo con un brillo en los ojos- «Marca la fecha y la hora exactas nombradas por la profecía. En el centro, está dibujado el día 0, día en que las Pléyades, el Sol y la Tierra se alinearán. En esta parte de la figura se ve claramente el eclipse anular de Sol, en el que la luna ocultará parcialmente a Rá. 16 días después del suceso, Venus transitará por él.»- hizo una pausa.

Corrí a la gran biblioteca alejandrina a buscar los papiros sagrados que habría de repasar cuidadosamente durante los dos días siguientes, antes de comenzar el ayuno y abstinencia que durante 5 días me prepararían para el Tsab.

Mis ascendientes esperaban el suceso desde hacía 5.100 años. Yo debía saber qué hacer aunque estoy segura de que la excitación que yo sentía era mayor que la de ningún otro egipcio.

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NOTAS: 
Medidas de longitud:
(*1)  Vara de cuerda – 52,5 metros

Bitácora de Selene; III – Mesoré. Perder por no querer perder

Y hay más gente que se pierde de mi vida. Unos porque yo los aparto, otros porque se apartan ellos, con todo mi dolor.

Mesoré es uno de los gobernantes de mi reino al que más aprecio he tenido. Él no lo creerá pero así es.

Un hombre como pocos que he conocido, una autentica delicia en cuanto a todo. Lo que más disfrutaba con él eran nuestras conversaciones de madrugada, siempre intensas y eternas. Meses y meses pasamos regalándonos horas…

30 siglos del papiro de Turín.
Hay cosas que nunca se pierden

Pocas personas me entendían como él. No puedo evitar que mis ojos se empañen al recordarle, ahora que le he perdido.

El conocía mis escritos, mis anhelos, mis pasiones. Y yo soñaba con que realmente me comprendía a mí. Ahora dudo de si era así, ya que ha tenido por conveniente apartarse de mi camino. Como si nunca hubiese existido el lazo que nos unía, una alianza que me hacía sentir segura y que yo siempre le agradecía de todas las maneras que sabía.

Sus golpes eran casi sagrados. Nadie sabía o supo jamas hacerlo como él. Y tenía un tacto mágico en su piel. Sabía como a esta reina le gustaba que la tratasen y me hacía estremecer de placer sólo con sus letras. Si no hubiese sido así, no hubiésemos pasado tantas horas dejándonos llevar… Podía haber encontrado un esclavo que me torturase en menos de un segundo, pero yo le quería a él

Sé que leerás esto, lo sé. Y que no creerás nada de lo que escriba. Me pediste que escribiese cuando me ataste a aquél árbol, durante toda una noche. Ahora no creo que quieras que lo haga, ni yo tengo fuerzas para hacerlo aunque será un recuerdo que no se borre jamás de mi memoria. Lo guardaré como uno de los más preciados tesoros de mi vida, aunque no lo creas.

Íntimo gobernante de mi reino, me di cuenta de que era peligroso mezclar esta función con nuestras aventuras. Una noche me armé de valor y te lo dije, pero nunca lo entendiste. No entendiste que era peligroso para mi, para mi corazón y para mi territorio. Porque te necesitaba y no quería perderte, mi querido amigo. Ése fue el principio (o el final) de nuestro alejamiento. Te perdí por no querer perderte.

Y lloré mares explicándote que no podíamos seguir así, pero me dijiste que todo era mentira aunque me prometiste que no te perdería. Tú que me protegiste, que me creíste cuando nadie lo hizo, ahora me dejas así. Y todo, ¿por qué? Porque no quise seguir dejando que me atases, que me golpeases, aunque yo adoraba que lo hicieses, porque aquello no me dolía físicamente, no me dolía mentalmente, pero sabes que no me hacía bien. Me sentía bien, muy bien así, pero hay cosas que no debo mezclar, no debo, porque me hacen daño. Y aunque tu te empeñes en querer pensar que ese no es el motivo, así es. No tengo ninguna necesidad de mentir en esto en mis escritos, en mi mundo, en mi terreno, en mi ensueño.

Graffiti erótico de Wadi Hamamat

No entendiste que, para mí, tu eras más importante que todo eso y que por ello actuaba así, porque no quería perderte. Ahora me duele pensar que, tal y como han terminado las cosas, parezca que a tí te interesaban más nuestros juegos. Pero no lo creeré, aun así. No lo creeré. Porque me niego, porque todo lo que compartimos tenía una base mucho más profunda, una base espiritual que, aunque tu cortes, estaba y estará ahí. Y lo sabes.

Perdona si no supe darme cuenta desde un principio de que aquello me hacía daño. Me dejé llevar sin pensar, solo disfrutando contigo cada momento, cada presente, sin pensar en lo que vendría. Perdona si no supe explicarte que aquello no sería eterno. Perdona si me equivoqué, de cualquier manera. Pero sé que nunca quise hacerte daño y que nunca te mentí.

Ahora, con el añil colándose por la ventana me acuerdo de ti.Te has alejado, en todos los aspectos, y el amanecer está vacío.

Bitácora de Selene; II (4º parte) – Khaleb es historia

Y hace mucho tiempo ya que lo es. Si no me he dedicado a escribirlo aún es porque había de quedar en el pasado, lo que ha provocado que el blog quedase congelado unos meses (demasiados) aunque, si me habéis seguido en Twitter, habréis visto que nunca me llegué a ir del todo. Y si precisamente me decido a nombrarlo en este momento es porque he de avanzar en mis memorias y contar cosas mucho más importantes.

Si, es pasto de cocodrilos desde hace mucho tiempo. Prometo contar su historia cuando mi mente no esté dispersa en otros testimonios que ahora mismo son más notables. Sólo diré, de momento, que ese hombre no meritó lo que le di.

Dondequiera que se encuentre su alma, sé que los dioses le pagarán con la moneda con que puso precio a los demás.

Bitácora de Selene; II (3º parte) – Khaleb, iris de hielo



Volvió a aparecerse de nuevo, como un fantasma, dos noches después. Yo estaba hablando con unos soldados que  me hacían reir. Me contaban anécdotas del ejército, dónde habían estado, qué les había pasado… Cuando él apareció uno de ellos me estaba relatando cómo, el pasado verano, tuvo que enfrentarse a un lobo. Yo le sonreía extasiada, ya que adoro las historias de mis hombres, sobre todo las que implican valentía y peligro.

Él se acercó, seguro, y se puso a hablar con uno de los hombres del grupo.  Estaba serio y hablaba sin vacilación. Tenía ganas de que me agarrase de la cintura y me sodomizase allí mismo, frente a mis soldados, pero no se movió. Sin embargo, empecé a sentir en su energía algo que no fluía. Creo que eran celos y que, en el fondo, él tenía más ganas que yo de someterme frente a aquellos hombres y al resto de la sala. Aún no sabía su nombre.
Al cabo de unos minutos, la luz se apagó completamente y se hizo un silencio mortal. La sala principal del Templo de Nut medía más de medio kilómetro cuadrado y en ella, a lo largo de toda su superficie, se extendían metros y metros de alfombras mullidas y cojines de seda y terciopelo, imitando todos los colores. Dispuestas en filas horizontales y separadas por pasillos de varias brazas1) de ancho, desde el fondo de la sala hasta el extremo norte, donde me encontraba yo,  se repartían pequeñas mesas en las que no faltaba el vino, el incienso y el ámbar, la comida, varias piedras de hachís y unas  pequeñas velas que, ahora que la luz principal estaba apagada, le daban al ambiente un tono dorado y místico.
Al fondo de la sala, en el lugar donde yo me encontraba, se levantaba un enorme palco dorado de una vara2) de profundidad a la altura de unos 2 brazas1) sobre el suelo. Desde él podía ver completamente todo lo que sucedía en  el templo y disfrutaba de una intimidad y protección difíciles de conseguir en otro lugar de la celebración. A su vez, la totalidad de la sala estaba recubierta en sus paredes por otro palco gigante, también de oro, que rodeaba el perímetro de la sala en su totalidad. Éste, sin embargo, no estaba destinado al desarrollo de la fiesta en sí, ya que se utilizaba como escenario para los cantantes y bailarines principales que desde allí podían centrarse en realizar su espectáculo sin riesgo de ser molestados por los participantes. El escenario no era regular y una de sus partes era más ancha y profunda ya que se había pensado como escenario principal. Hacia este lugar se dirigían en aquél momento todas las miradas.
Ecnoie, primera bailarina sagrada de Egipto

De forma lejana, un rumor de tambores y sistros se empezó a distinguir entre los silbidos y aplausos de los egipcios. Un haz de luz blanca iluminó el escenario principal dejando ver a contraluz la exuberante figura de una mujer. Todos los presentes sabían de quién se trataba. Era Ecnoie, la bailarina principal del reino, título que se había ganado por ser la mejor que, entre las mujeres, desempeñaba las artes de Polimnia y Terpsícore.

Permanecía inmóvil sobre el escenario cuando, otras luces iluminaron los palcos laterales, dejando ver otros cientos de bailarinas que también podían haber parecido estatuas, por su inmovilidad y porque su piel despedía brillos de pigmentos dorados y verdosos.
Timbales y tambores comenzaron a repiquetear con un ritmo desenfrenado que parecía mover las caderas de las bailarinas, perfectamente sincronizadas, desencajándose de forma antinatural y violenta. Era un baile extraordinariamente hermoso y desenfrenado, casi inhumano, que había dejado hipnotizados a todos los presentes. Con el nuevo compás, Ecnoie lanzó su cadera derecha, de forma titánica, hacia los presentes. Marcando el ritmo, hizo lo mismo con la izquierda. De repente, su cuerpo, de cintura para abajo, pareció ser poseído y comenzó a realizar movimientos automáticos, convulsiones del trance en que, sin duda, los dioses habían querido bendecirla atrapándola. Dando la sensación de que muchos de sus huesos se desencajaban de verdad, imaginabas el sonido de sus caderas, como los golpes que producen las piedras preciosas al chocar entre sí.
La música, producida por flautas, chirimías, trompetas, arpas, guitarras, címbolos y tambores, incrementó su velocidad y volumen lo que hizo que un escalofrío me recorriese la espalda. Los brazos de Ecnoie, que seguía manteniendo bajo su cintura aquél movimiento violentamente reptiliano, comenzaron a moverse de forma vaporosa, imitando las alas de un pájaro. Así, la mejor bailarina de Egipto rendía homenaje a los dioses Amón y Nut en la noche de su unión, representando el movimiento del ave y la cobra, símbolos de la divinidad, del arte y de los ciclos de la vida.
En ese momento sentí su respiración en mi oído. No dijo nada, sólo quería que sintiese sus jadeos de excitación , pausados, con un sonido sordo masculino y salvaje.
Noté su gran mano deslizarse ascendente por mi muslo hasta agarrar mi culo con firmeza. Después, con su otra mano y, a la vez que la poderosa voz de la bailarina principal recorría por primera vez los tímpanos de los presentes, me agarró del pelo y, tirando de él, me obligó a arrodillarme como una simple esclava.
Sin que me diese tiempo a reaccionar, introdujo su enorme glande en mi boca, mientras me miraba con una expresión tosca. Intentó reprimirse pero no pudo evitar un suspiro que hizo que, del placer, mi boca se llenase de saliva como respuesta, tanto que, sin haberlo hecho a propósito, resbalaba por mis pechos y caía hasta el suelo.
Sacando su polla de mi boca, el soldado de ojos verdes me puso entonces a cuatro patas y me penetró.
-“Quiero este culo para mi. Quiero follármelo cada día, ¿entiendes?”- Adoraba la firme voz con que me decía estas cosas (aunque, por otro lado, eran pocas las palabras que le había oído decir. Me preguntaba si hablaría igual fuera de la celebración, si sería capaz de agarrarme con esa firmeza en el caso de que le dejase venir a complacerme a palacio). – Quiero follarme tu culo todas las noches, ¿me estás oyendo?-.
-“Aún no sé cómo te llamas”-. Le respondí.
-“Me llamo Khaleb y te aseguro que me follaré tu culo cada noche”.-
Mientras me decía estas palabras, me penetraba violentamente por detrás. Sentía dolor y placer a partes iguales pero no hubiese querido que parase por nada del mundo.  Miré a mi alrededor y vi al grupo de soldados con quien habíamos estado hablando minutos antes, masturbándose de forma violenta mientras nos miraban. En ese momento, mi vientre se convulsionó y no pude evitar explotar de placer, emitiendo un intenso grito que recorrió toda la sala, ahogando incluso el sonido de la música y los cánticos de Ecnoie y el resto de las bailarinas. Mientras me corría, él seguía repitiéndome una y otra vez -“me follaré tu culo cada noche”-.
Cuando sentí que su polla se convulsionaba dentro de mi y que su semen resbalaba por mis muslos, antes de que caer sobre los cojines y alfombras que teníamos a nuestros pies, murmuré sonriendo:
-“Que así sea”-.

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NOTAS: 
Medidas de longitud:
(*1)  braza – 1,80 metros
(*2 vara – 18 metros

Bitácora de Selene; II (2º parte) – Iris frío, lluvia de leche

Apareció como un demonio. Le vi materializarse entre un grupo de mujeres que bailaban denudas y se reían a carcajadas. Era alto y fuerte. Me miraba fijamente desde unos ojos claros como el cielo, fríos como el hielo. Avanzaba hacia mi con determinación, sin vacilar, con una expresión firme en su rostro. Me gustaba mirar sus piernas, eran fuertes, de guerrero. Quise sonreír pero no pude; había cierta frialdad en esa determinación, podías ver que tenía una idea fija en su mente, una idea que para él debía ser muy clara; no había más.

Grabado egipcio

Caminaba deprisa y a mi me gustaba mirarlo. Finalmente pude sonreír levemente y, sin embargo, él seguía mirándome fijamente, totalmente serio. Disfrute de esos segundos como un animal que espera saltar sobre su presa, disfrutando del ritual, no sólo por lo que ya sabía que iba a suceder, si no porque conocía perfectamente la jugada y eso hacía que sintiese el control sobre la situación, excitándome aún más. Me gustaba jugar con esa mirada.

Cuando llegó hasta mi, aún me quede quieta unos segundos, mirándole a los ojos y sonriendo. No había palabras. Sólo había carne. Y allí, entre cientos de personas, espíritus, incienso, música, todos bailando en un compás desenfrenado, con los cuerpos de alabastro de los bailarines que se convulsionaban al ritmo de la percusión de cientos de tambores, bajo las estatuas de los dioses Amón y Nut que desde algún lugar no corpóreo de la sala se entremezclaban como humo de ámbar y almizcle, rodeados de la excitación de los miles de presentes que silbaban como rugidos, que eran una sola voz de jadeos, risas, cantos y gritos, me agarró del pelo firmemente, como si fuese suya. Sentí en silencio que mi vientre se derretía en tres segundos largos como minutos. Me gustaba sentir sus manos rudas, agarrándome.

El aire llevaba perfumes de alcoba y de sudor. Si escuchabas atentamente, podías oír en intervalos de diez o quince segundos, los jadeos convulsionados de las culminaciones de algunos que llenaban el ambiente de sus espasmos corpóreos y espirituales. Como incensarios vomitando trozos de espíritu al cielo. Con un ligero movimiento de su otra mano sobre su ropa descubrió su enorme polla frente a mi cara. Otros tres segundos y mi vientre comenzó a convulsionarse.

Orgía en la antigua Roma

También le gustaba jugar. Sin soltar mi pelo me rodeó situándose detrás de mi, despacio, sin hablar. Seguía mirándome con una expresión tosca y yo lo agradecí. Se sentó detrás de mi. Me tocaba despacio, con mucha suavidad, haciendo que me sintiese como una nube. Deslizaba sus manos por mis pechos con mucha dulzura y entonces tiró de mi pelo firmemente hacia atrás haciendo que me inclinase levemente. Me mantuve en esa posición, obediente. Después me soltó un poco y siguió acariciándome, deslizando sus manos por mi cuerpo. Estaba tan excitada que el coño me dolía pero me mantenía inmóvil como un animal domesticado. Sentía como reprimía suspiros y yo me mojaba al notarlo. Y entonces la excitación se convirtió en enfermedad.

No había que hablar. Dos llamas moviéndose con un viento perturbado. Me puse a cuatro patas y miré hacia delante. Allí vi a mi guardia mirándome fijamente, dispuestos a reprimir a este macho al menor movimiento peligroso. Aparentaban seriedad pero yo sabía que, en el fondo, bebían a escondidas y no sólo me miraban por querer protegerme. Mientras notaba como él frotaba su glande despacio y dulcemente por mi sexo, me percaté de que también Hammal me miraba y en sus ojos podía ver todo lo que pensaba. Los dos los sabíamos.

Fragmento del Papiro Erótico de Turín

Ya no podía más y empece a balancear mi culo adelante y atrás, como una gatita en celo, que era lo que era. El movimiento me calmaba ligeramente las ganas de ser penetrada pero tenía ganas de chillar y frotarme desesperadamente. Sentía sus deseos y cómo en un arrebato, agarró su pene y, con firmeza, introdujo de golpe su capullo dentro de mi. Entró como si rebotase por dentro y lo saco de nuevo. Me agarró la cara con la mano firmemente, espero unos segundos y me volvió a penetrar, esta vez completamente, desgarrándome por dentro y sin poder yo reprimir un grito. Mientras, me mordía el hombro sin soltarme, como un tigre.

Entraba en mi cuerpo empujando mi fondo, con un ritmo frenético, mientras me agarraba de la cintura sin dejarme una opción de escapar. Me susurraba cosas indecentes al oído que me escandalizaban hasta notar como me ponía colorada mientras sus huevos rebotaban en mi culo. A la tercera vez que lo hizo me corrí, chillando entre el ruido de la multitud. Y a la vez que yo llegaba al clímax, otros jadeos retumbaron en la sala.

No me estaba follando, me estaba castigando con su polla. Me pegaba por dentro e intentaba reventarme, sin más. Entonces, sacó su falo de mí y, manoseándome, me dio la vuelta para derretirse en mi boca. Yo le miraba, obediente, con los ojos muy dulces, la boca muy abierta y la lengua muy mojada. Salió como si reventase, como lo hace el champán y me ungió desde la boca hasta el vientre, con un grito ahogado, de una leche espesa, blanca y dulce, haciendo que mi coño volviese a convulsionarse.

Fragmento del Papiro Erótico de Turín

Perdí el sentido de nuevo mientras volvía a sujetarme y a penetrarme violentamente. Los cánticos sacerdotales, la leche en mi cuerpo, el benjuí, mis manos en su culo, los salmos, mis tetas, las rosas, el no poder moverme, las estatuas, los gemidos, los inciensos, su polla frenética en mi vientre, los bailes, el silencio, las esfinges, los gritos, el Nilo, la carne, los dioses, los susurros, las salmodias, los suspiros reprimidos, los músicos, la gente, el vino, las risas, las tetas de las egipcias aplastadas contra el suelo, los contorsionistas, las pollas, los coños, el sueño, los tambores, las cortinas… las horas diurnas de aquél día las pase con su polla en mi vientre. – No quiero verte follando con otro, ¿me oyes? – me dijo mientras me cubría por detrás y me agarraba la cara con fuerza. – Si te veo follando con otro acabo con él y después te reviento con mi polla. – Me penetró un par de veces con fuerza y, aún con mi cara en su mano, me miró fijamente con sus ojos fríos y me dijo – ¿me has oído? – Volvió a penetrarme hasta el fondo un par de veces y volvió a preguntarme, muy serio – ¿me has oído? — Sí – respondí vacilante, era sólo un juego pero llegué de nuevo a colmar la excitación. Esperó a que mi vientre dejase de convulsionarse y sacó su gran miembro de mi sexo para derramarse de nuevo sobre mi, haciendo resbalar por mi espalda y mi culo su abundante leche caliente.

Bitácora de Selene; II (1º parte) – Las fiestas de Amón

Mientras atravesaba el final de la sala hipóstila del Ipet-Sut (o templo de Amón o Karnak) sentía que la sangre me golpeaba con fuerza en las sienes. Sabía que no tenía sentido porque llevaba horas purificando y ungiéndome, envuelta en incienso y en los cánticos de sacerdotes y la música sagrada. Tal vez era por el día de ayuno aunque no sentía hambre.

Templo de Amón (Karnak)

El pasillo central estaba iluminado por ventanas en la cubierta, mientras que el resto de las grandes columnas permanecían en la oscuridad. Hice una pausa al llegar a la puerta principal. Sentí una ligera brisa en mi cuello. Era Amón. Ya estaba despierto.

Abrí las puertas del santuario y, bajo la iluminación tenue de las velas, allí estaban los 12 sacerdotes sagrados del templo de Amón- Ra y el Sumo Sacerdote, Adio, frente a la estatua, acompañados de cientos de iniciados, nobles y militares. Las libaciones, cánticos y salmos retumbaban en las paredes y en el centro de mi alma. Me acerque lentamente a la estatua, emocionada, para despertar al dios. Tras realizar las invocaciones y ungir la figura de Amón, la vestí solemnemente con un hábito color turquesa y la adorne con collares, pulseras, cetros y amuletos del templo. Los cánticos subieron de intensidad y sentí como se erizaba todo el vello de mi cuerpo. Rompí el sello de la barca y le susurré a la estatua que el agua del Nilo ya había subido y que era el momento de encontrarse con su esposa, Nut.

Barca de Keops, encontrada en Giza

Entre veinte iniciados levantaron el camarín o “Soporte de Esplendor”y elevaron la estatua. A su vez, se abrieron las puertas del templo. La figura de Amón fue trasladada a su naos, situada en el patio, y ésta, levantada por los antes portadores de la figura. Otros cuarenta iniciados levantaron a su vez las otras dos naos con las figuras de Nut y Jonsu. Las tres naves estaban construidas con un casco de oro y sobre todo la de Amón, era realmente espléndida. El avance, rodeado de fumigaciones, cánticos y bailes era digno de observar por un dios. Subí a la nave principal y la comitiva avanzó a través de la Avenida de las esfinges rumbo a la cercana orilla del Nilo, donde miles de egipcios nos esperaban para acompañar al dios en su travesía y regocijarse con la celebración más famosa e importante del año, la gran fiesta de Opet. Sentía a Amón, sentía, la celebración y la magia en el ambiente, la conexión con los presentes, la música golpeando mi alma, mi cuerpo derritiéndose de placer…

Al llegar a la orilla un inmenso cortejo esperaba a la procesión; músicos, cantantes y bailarinas actuaban en honor al dios. La comitiva la abrían los cánticos de los sacerdotes que iban delante de las barcas, entonando unas salmodias, en las que alababan la unión del dios con la esposa divina. Mientras, otros se dedicaban a agitar los sistros o quemar incienso al paso de las embarcaciones. Al llegar a la orilla, se colocaron las naves suavemente sobre el Nilo, comenzando así el ciclo de los 25 días de celebración que se dedicaban a Amón.

Barca sagrada de Amón en la celebración de Opet

La comitiva estaba formada por sacerdotes, miembros del ejército o escoltas, músicos (con instrumentos de cuerda, de aire y de percusión), cantantes que entonaban melodías sagradas, carros reales, bailarinas, contorsionistas y una gran cantidad de tebanos, entre otros egipcios, que venían a celebrar al dios que era su señor y protector .Todo el pueblo de Tebas estaba allí con sus mejores galas, aprovechando una de las pocas ocasiones que tenían para ver las barcas sagradas. Se habían establecido servicios de orden público para preservar que la comitiva no se viera interrumpida por las manifestaciones de alegría del pueblo, aunque a mi encantaban éstas en las fiestas y me parecía que eran una conexión pura con el espíritu de los ciudadanos.

Los sacerdotes quemaban incienso para ahuyentar a los malos espíritus que rondaran cerca de la barca y los tebanos preguntaban al dios como oráculo que contestara con un sí o un no a sus preguntas, dependiendo del movimiento que hiciese en la nave. Yo jugaba con mis esclavas y las carcajadas de éstas y de la gente sólo eran sofocadas en parte por el sonido de los tambores y las salmodias sagradas. Tenía la sensación de estar en trance o drogada…, no sé si por la por la comida, la música, el vino, los tambores, el incienso, la risa, la emoción, la magia… pero me sentía feliz.

Hatshepsut y Tutmosis III siguiendo la barca sagrada

25 días de celebración eran muchos días. El camino hacia éstos, era de sólo tres kilómetros, en cuanto llegásemos a Ipet-Reshyt (o Templo de Nut o Luxor). Allí, en escasas horas, Amón se encontraría con su esposa, Nut, y pasaría la noche con ella, comenzando entonces la verdadera celebración.

(CONTINUARÁ…)

RITUAL DE SAMHAIN – 31 DE OCTUBRE (HALLOWEEN)(sencillo)

Calabaza de Halloween  (Supplied by FreeFoto.com)

Como lo prometido es deuda, aquí está el ritual para la noche de Halloween (Shamhain) que dije que escribiría. Tengo que disculparme porque últimamente no he tenido demasiado tiempo para dedicarme a él (ya os iré contando mis novedades XD) y la verdad es que me hubiese gustado subir este post hace varios días para que os diese tiempo a buscar los ingredientes necesarios. Como no ha sido así, finalmente he creado un ritual sencillo, con cosas que todos tenemos en casa, para celebrar esta noche tan mágica.

 
Elementos:
 
  • Sal
  • Una manzana (no es imprescindible).
  • Cerillas
  • Una vela preferiblemente blanca (o dorada) 1)
  • Incienso, incensario y carbones o cualquier otro incienso que tengamos en casa. 
  • Un lugar tranquilo donde poder permanecer sin ser molestados
  • Un caldero, cazo viejo, incensario grande, vaso de metal… o algo parecido, donde podamos prender fuego.
  • Papel
  • Bolígrafo
The Day of the Dead (1859) W. A.Bouguereau

 

Planeta: Sol
Momentos planetarios favorables: Es recomendable tenerlos en cuenta, pero en este caso, la energía mágica flota en el ambiente durante todo el día y la noche de hoy, domingo 31 y mañana, 1 de Noviembre de 2010 (así que cualquier momento es bueno para realizarlo). Sin embargo, existen dentro de estos días, horas especiales que potencian las energías del Sol. Éstas serían:
Domingo: 3º y 10º hora nocturna // 1º y 8º hora diurna 
Lunes: Séptima hora nocturna // 5º y 12º hora diurna 2)
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RITUAL DE SAMHAIN (HALLOWEEN)

 

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Como muchos ya sabéis, comenzaremos como siempre por dibujar un círculo de sal en el suelo (también podemos hacerlo con tiza), de varios metros de diámetro de ancho para que podamos permanecer dentro de él durante el ritual. Es buena idea que dentro del círculo hayamos dispuesto una silla y una mesa en la que pondremos las cerillas, la vela, el incienso, el incensario y los carbones. Despejaremos en la medida de lo posible el resto de objetos que haya dentro del círculo para que no interfieran con la energía con la que vamos a trabajar. No se puede salir del círculo durante el ritual ya que éste sirve de protección por lo que si creemos que vamos a necesitar algo más durante este tiempo (un vaso de agua, el móvil, un cigarrillo…), debemos asegurarnos de que está dentro del círculo al comenzar. Quiero que quede muy claro que salir del círculo en mitad del ritual es peligroso para nuestra energía, ¡no lo hagas!
Cementerio de Balquhidder, en Escocia. Detrás de la iglesia
estaba la Tom nan Angeae (colina de fuego), donde aún
hasta el S.XIX se encendían las hogueras de Samhain. Foto de
Benleto bajo licencia Creative Commons Atribution ShareAlike 2.0

Una vez dentro del círculo, encenderemos en primer lugar el carboncillo (con las cerillas). Seguidamente iremos echando el incienso sobre él, (como es un ritual improvisado, si en vez de incienso natural tenemos de varilla o cono podemos utilizarlos en su lugar)  mientras, con mucho respeto y amor, pediremos a la Divinidad que acuda a nuestro encuentro. En ningún ritual es necesario pronunciar todos estos pasos en voz alta (podemos realizar las invocaciones mentalmente), pero si nos gusta, podemos ayudarnos de ello. En caso de que las utilices, no es necesario que sean palabras muy elaboradas, pero hay un viejo refrán de brujas que dice que “un hechizo con rima detiene el tiempo”.

El siguiente paso es encender las velas (con cerillas) mientras sentimos la festividad. Primero la que está dentro del caldero y después la principal. Mientras las encendemos podemos repetirnos mentalmente alguna frase que nos ayude a concentrarnos en lo que queremos, como por ejemplo «enciendo esta vela para ofrecerla a la Divinidad y celebrar la festividad de Samhain«.
A continuación escribiremos todas aquellas cosas por las que estamos agradecidos y las quemaremos, o bien con la vela, o bien prendiendo fuego en el caldero. De esta forma envías tus agradecimientos a la Divinidad.
Tradicional altar wicca. Foto: Cronewynd bajo licencia
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Ésta es una fiesta de meditación, en la que debemos pensar profundamente en el significado de la vida y la muerte, de los ciclos de la naturaleza y de la energía que se renuevan constantemente. Es una fiesta de agradecimiento y celebración así que debemos sentir estos conceptos con la máxima intensidad que nos sea posible. Agradezcamos lo obtenido durante todo el año y afrontemos el nuevo con alegría y energía positiva. Para intensificar estas sensaciones, podemos rezar, cantar, meditar… etc. Si estamos cansados podemos sentarnos en la silla para estar más cómodos mientras realizamos estos pasos. La manzana es el fruto de esta fiesta. Puedes meditar acerca de estos asuntos mientras la degustas tranquilamente.

Cuando queramos dejar de trabajar en el hechizo y terminar el ritual, le daremos gracias sinceras a la «Divinidad» por habernos protegido y ayudado en todo el proceso. Apagamos la vela en este momento. Finalmente, antes de deshacer el círculo es muy importante deshacernos de toda la energía sobrante que hayamos acumulado. Para descargar la energía sobrante, tenemos que visualizar y sentir el envío de la misma de forma positiva hacia el centro de la tierra. Podemos imaginar cómo se desliza desde nuestros pies o nuestras manos hacia el suelo, lo atraviesa y recorre la corteza terrestre hasta llegar a su núcleo. Siempre hay que enviar la energía sobrante hacia la tierra, por un lado porque es peligroso no hacerlo, y por otro, porque de esta forma la tierra reutiliza esta energía. Es una buena idea el desear, mientras realizamos esta acción, que esta energía sirva para ayudar al planeta que tanto estamos maltratando y de paso darle las gracias por permitirnos vivir en él. Una vez hecho esto ya podemos deshacer completamente el círculo. 
Tradicional fuego de Samhain

 

Si la vela aún no se había consumido del todo podemos guardarla y encenderla más tarde, a cualquier hora de cualquier día, hasta que se consuma. Una vez consumida totalmente la vela, el ritual se dará por finalizado.
 
Como veis es un ritual muy sencillo que cualquiera puede poner en práctica, espero que os haya gustado y que paséis un estupendo Samhain!!!
 
NOTAS:
 
(*1) Velas: Cómpralas en una tienda cualquiera (por ejemplo una tienda de chinos o un todo a cien). Jamás, repito, jamás compres velas ya ritualizadas (por ejemplo: vela para el amor), es muy peligroso, no sólo porque puede que el hechizo salga a la inversa sino también porque puedes poner en movimiento energías negativas diferentes a tu alrededor. Nunca podemos saber si la persona que ha trabajado con las velas que compramos realmente sabe lo que está haciendo. Además, en estos lugares suelen ritualizar una gran cantidad de velas a la vez (para ahorrar tiempo) y su carga energética es bastante menor.
 
(*2Horas de luz nocturnas y diurnas: ¡Ojo! No estamos hablando de las horas de nuestro reloj. Para calcular las horas diurnas tienes que fijarte en a qué hora sale y se pone el sol en tu zona. La primera hora de luz solar coincide con la primera hora de luz diurna. Igualmente la primera hora después del ocaso, una vez el sol se ha escondido, coincidirá con la primera hora de luz nocturna. Fácil, ¿no?