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Hija de la piedra, brava

Soy de piedra, Pérez,

hija de la piedra, brava,

no se entera de nada,

pica con excavadora mi interior,

se escucha el disco de diamante

(has perdido facultades, mi amor).


¿Me ves agitada? No se queda con nada…

Siento escalofríos, si alguna vez siento.

Se me saltan las lágrimas, si despiertan mi líbido.

Me siento acompañá sólo junto a locos sin crédito…

No me digas que soy sensible, si no has vivido roto.


Si cuando saltan chispas, me emociono,

no se te suba lo de “mi rey moro”,

yo llevo sangre de Doramas y el Morocco,

pero una broca que no sabe dónde se mete,

siempre fue debilidad en montaña aruquense.

(pregúntale al alcalde)


Que sí, que reboso, que tiemblo,

que se mueven los cerros, las casas, los patios,

¡quizá es que te da miedo que se caiga todo!

(¿y no tanto que a mí se me caiga todo…?)


No me paro a sacarme la piedra del zapato,

llevo la piedra en la raíz…

y cada vez que vibra, me imagino que aún podría ser feliz…

(pero no puede salir…)


Yo no quiero un salvador, cuidador, rastrillador,

«¡¡Yo ya no quiero nada!!» te grito al oído,

mientras con tu broca me desgarras,

“¿lamentos de dolor o extasis?”, pensarás.

Y qué vas a pensar si soy la hija de la piedra…

Pica con excavadora mi interior,

ojalá algún día se libere la que soy, yo.


Llevo la piedra en la raíz, Señora Piedra Brava,

ven a romperme, ¿o no te estás pispando de nada?

Asusto cuando grito, cuando lloro,

cuando rompo todo, con su polla en mi lomo…

Toma de mi tierra, no se van los plomos,

no me desterrono… si acaso me destrono,

quiero que sientas el poder…

por eso no dejo de beber, (Amo.)

(Sukram e imshalá crezca un vergel)


Vamos, tengo mucho más detrás de lo que ves,

pero no me gusta nada el ego, de ahí todo mi estrés,

Si me ves sensible no es por lo que tu te crees,

Solo me emociona que estoy muerta;

y que tu creas que estés cerca.


Tu no ves mi sensibilidad,

sólo ves vibrar mi escudo… (mi apellido),

más bajo ese distintivo, aguarda algo distinto:

un corazón de luchadora, de guerrera, de amazona…

de piedra (Pérez, hija de la piedra),

y brava, descendiente de Doramas…

Momento Memento Mori

¿Alguna vez has pensado que cada letra tiene su propia personalidad? Yo antes era muy amiga, en general, de todas las letras, pero hará un par de décadas nos distanciamos…

Las echo de menos y, a veces, le doy vueltas… si me disculpo, ¿me podrán perdonar…? Es cierto que hace años que únicamente me relaciono con ellas para cuestiones mecánicas o administrativas (a ver, es su trabajo también…), pero echo de menos jugar con ellas, sus tintineos juguetones y sus risas veladas tras el papel… Honestamente, las extraño mucho, pero no sé si podré ganarme de nuevo su confianza…

Probaré a pedirle consejo a la letra ‘M’. Esta letra y yo tenemos varias cosas en común, además de que fue la primera que conocí y siempre me he sentido acompañada por ella en mi vida…

Algunos creen que es una letra fuerte e inaccesible, por eso de los pinchos y tal… Sin embargo, es mucho más compleja que eso…

Te contaré algo, ella siempre comienza su existencia partiendo desde lo más bajo, para después subir muy, muy alto. Sube recto y todo lo que le es posible desde un primer momento, aunque, una vez arriba, no se mantiene (… como harían una P, una F o una R…).

El caso es que “por H o por B”, la M vuelve a caer de nuevo, hasta lo más bajo. Podríamos llamar a este punto el M.M.M. (Momento Memento Mori) y es ahí, en lo más profundo, donde se encuentra a mitad de su vida…

La gracia de la M es que es muy cabezona y, durante la segunda mitad de su existencia consigue volver a subir. Además, cuando lo hace, consigue llegar tan arriba como la primera vez… Por supuesto, como todos, al final de su vida, cae de nuevo (pocas pueden tener la suerte de acabar tan alto como una F…). Este carácter trágico y combativo es lo que marca en la M su silueta, tan llamativa y temperamental…

En contraste, a veces pienso en la perfecta simetría existencial de la A… Nunca dejará de asombrarme como, justo a mitad de su vida, se encuentra en su punto más álgido… Qué diferente y plácida deber ser esa existencia…

Sí, sin duda, preguntar a la M es lo más prudente y diplomático. Asimismo, también podría ser interesante consultar con la S que, a pesar de su tremenda suerte y elegancia naturales, es una letra muy flexible, comprensiva y empática.

Con las que quizá me da un poco más de respeto hablar, son la Z, que nunca tiene claro lo que quiere, y la X, que normalmente anda cruzadísima… Además, no tengo tanta confianza con ellas, siempre andan perdidas…

Bueno, pues allá va:

“Querida letra M…

Nunca se escribe por placer. Cuando de verdad se escribe, es con dolor desgarrado. Cuestión por la que me cuesta comprender por qué, a excepción de lo poco publicado en este blog, prácticamente no he escrito nada en estos últimos 20 años…

A veces escribir no desahoga, quema. Por eso, casi es mejor que, durante un tiempo, todo ese vómito de fuego se quede en las entrañas, protegiendo al resto del mundo…