Bitácora de Selene; II (1º parte) – Las fiestas de Amón

Mientras atravesaba el final de la sala hipóstila del Ipet-Sut (o templo de Amón o Karnak) sentía que la sangre me golpeaba con fuerza en las sienes. Sabía que no tenía sentido porque llevaba horas purificando y ungiéndome, envuelta en incienso y en los cánticos de sacerdotes y la música sagrada. Tal vez era por el día de ayuno aunque no sentía hambre.

Templo de Amón (Karnak)

El pasillo central estaba iluminado por ventanas en la cubierta, mientras que el resto de las grandes columnas permanecían en la oscuridad. Hice una pausa al llegar a la puerta principal. Sentí una ligera brisa en mi cuello. Era Amón. Ya estaba despierto.

Abrí las puertas del santuario y, bajo la iluminación tenue de las velas, allí estaban los 12 sacerdotes sagrados del templo de Amón- Ra y el Sumo Sacerdote, Adio, frente a la estatua, acompañados de cientos de iniciados, nobles y militares. Las libaciones, cánticos y salmos retumbaban en las paredes y en el centro de mi alma. Me acerque lentamente a la estatua, emocionada, para despertar al dios. Tras realizar las invocaciones y ungir la figura de Amón, la vestí solemnemente con un hábito color turquesa y la adorne con collares, pulseras, cetros y amuletos del templo. Los cánticos subieron de intensidad y sentí como se erizaba todo el vello de mi cuerpo. Rompí el sello de la barca y le susurré a la estatua que el agua del Nilo ya había subido y que era el momento de encontrarse con su esposa, Nut.

Barca de Keops, encontrada en Giza

Entre veinte iniciados levantaron el camarín o “Soporte de Esplendor”y elevaron la estatua. A su vez, se abrieron las puertas del templo. La figura de Amón fue trasladada a su naos, situada en el patio, y ésta, levantada por los antes portadores de la figura. Otros cuarenta iniciados levantaron a su vez las otras dos naos con las figuras de Nut y Jonsu. Las tres naves estaban construidas con un casco de oro y sobre todo la de Amón, era realmente espléndida. El avance, rodeado de fumigaciones, cánticos y bailes era digno de observar por un dios. Subí a la nave principal y la comitiva avanzó a través de la Avenida de las esfinges rumbo a la cercana orilla del Nilo, donde miles de egipcios nos esperaban para acompañar al dios en su travesía y regocijarse con la celebración más famosa e importante del año, la gran fiesta de Opet. Sentía a Amón, sentía, la celebración y la magia en el ambiente, la conexión con los presentes, la música golpeando mi alma, mi cuerpo derritiéndose de placer…

Al llegar a la orilla un inmenso cortejo esperaba a la procesión; músicos, cantantes y bailarinas actuaban en honor al dios. La comitiva la abrían los cánticos de los sacerdotes que iban delante de las barcas, entonando unas salmodias, en las que alababan la unión del dios con la esposa divina. Mientras, otros se dedicaban a agitar los sistros o quemar incienso al paso de las embarcaciones. Al llegar a la orilla, se colocaron las naves suavemente sobre el Nilo, comenzando así el ciclo de los 25 días de celebración que se dedicaban a Amón.

Barca sagrada de Amón en la celebración de Opet

La comitiva estaba formada por sacerdotes, miembros del ejército o escoltas, músicos (con instrumentos de cuerda, de aire y de percusión), cantantes que entonaban melodías sagradas, carros reales, bailarinas, contorsionistas y una gran cantidad de tebanos, entre otros egipcios, que venían a celebrar al dios que era su señor y protector .Todo el pueblo de Tebas estaba allí con sus mejores galas, aprovechando una de las pocas ocasiones que tenían para ver las barcas sagradas. Se habían establecido servicios de orden público para preservar que la comitiva no se viera interrumpida por las manifestaciones de alegría del pueblo, aunque a mi encantaban éstas en las fiestas y me parecía que eran una conexión pura con el espíritu de los ciudadanos.

Los sacerdotes quemaban incienso para ahuyentar a los malos espíritus que rondaran cerca de la barca y los tebanos preguntaban al dios como oráculo que contestara con un sí o un no a sus preguntas, dependiendo del movimiento que hiciese en la nave. Yo jugaba con mis esclavas y las carcajadas de éstas y de la gente sólo eran sofocadas en parte por el sonido de los tambores y las salmodias sagradas. Tenía la sensación de estar en trance o drogada…, no sé si por la por la comida, la música, el vino, los tambores, el incienso, la risa, la emoción, la magia… pero me sentía feliz.

Hatshepsut y Tutmosis III siguiendo la barca sagrada

25 días de celebración eran muchos días. El camino hacia éstos, era de sólo tres kilómetros, en cuanto llegásemos a Ipet-Reshyt (o Templo de Nut o Luxor). Allí, en escasas horas, Amón se encontraría con su esposa, Nut, y pasaría la noche con ella, comenzando entonces la verdadera celebración.

(CONTINUARÁ…)