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De nuevo, Shamain

¡Qué rápido pasa el tiempo! Ya se acerca de nuevo Samhain o, como lo llamarán muchos, Halloween. Este año no he prestado mucha atención a los rituales de la rueda del año y por ello, me parece que no debo crear uno para Samhain, teniendo en cuenta que es el único que creé el año pasado. Por eso, voy simplemente a poner enlaces a los post que publiqué en 2010 para esta festividad y prometo que, a partir de ahora, actualizaré los rituales correspondientes al resto de fiestas que vengan. Así pues, os dejo los enlaces de:

El ritual se puede reproducir exactamente igual excepto por las horas planetarias que, como este año corresponden a un miércoles, cambian. Las horas que este año potencian la energía del Sol durante el día de Halloween son la 6º hora de luz diurna y la 1º y 8º hora de luz nocturna. Ya sabéis que no hablamos de las horas del reloj. Para calcular las horas duirnas hay que fijarse en a qué hora sale y se pone el sol en nuestra zona. La primera hora de luz solar coincide con la primera hora de luz diurna y la primera hora después del ocaso, una vez el sol se ha escondido, coincide con la 1º hora de luz nocturna.Hablando de todo un poco, ¿ya sabéis cómo lo celebraréis? Por si vivís en Madrid y buscáis una fiesta para este día relacionada con la temática BDSM, os dejo el cartelito de una que promete ser brutal.

 

Bitácora de Selene; IV (5º parte) – La Serpiente Emplumada

Pasé varias horas hablando con ellos dentro de una conciencia nublada. Con mi vello de punta, sentía como la sangre recorría mi cuerpo agolpándose en mi nuca, donde se acumulaba gran cantidad de energía que de nuevo se expandía por mi piel. Los sonidos llegaban desde lejos, con cierto eco y percibía los colores de forma extraordinariamente vívida. Además, una gran sonrisa parecía haberse instalado en mí, hasta el punto de que me era imposible evitarla.

Isis, representada con alas y cuernos

En aquél camino de máscaras, a medida que hablaba con los demás, entré en un trance profundo aunque consciente. Supe que mis compañeros también se hallaban en la misma situación cuando, uno a uno, fui hablando con ellos.

Los cientos o tal vez miles de personas que se extendían alrededor de la pirámide también parecían haber alcanzado alguna especie de catarsis. Danzaban intercalando saltos y gritos que me parecían antinaturales y fue entonces cuando me percaté de que la luna comenzaba a tapar el astro solar.

A su vez, saliendo del templete que coronaba la pirámide escalonada, una figura comenzó a descender por las amplias escaleras.

Caminaba de forma majestuosa, momento en el que sentí una vibración poderosa en mi cabeza. Era como un eco, vacío y metálico, que preludiaba algo extraño. También comencé a percibir la vibración bajo mis pies, en el suelo del tablado y en las bebidas que reposaban en las copas.

Cuando la figura llegó a donde nos encontrábamos se paró frente a nosotros. En aquél momento, la luna tapó completamente al Sol dejando un anillo dorado alrededor del mismo. Tenía la apariencia de un lagarto con alas y vestía con una túnica metálica.

Toda una vida preparándome para este momento y no estaba en absoluto nerviosa. Aún así, el tiempo me parecía lento y deseé comenzar cuanto antes la purificación. Cerré los ojos y, tras varios minutos, comencé a respirar lenta y profundamente hasta que sentí que todos los músculos de mi cuerpo se relajaban completamente. Alejando todo pensamiento de mí, comencé a dejar de sentir mi cuerpo. No había peso, ni calor ni frío, ni dolor ni placer, no había pensamientos o sensaciones físicas, sólo una vibración que parecía provenir de mi interior y que se movía formando uno con mi consciencia, oscilando en el vacío.

Eclipse anular de sol

Sentía que flotaba y a pesar de que me pareció percibir ovaciones y gritos de asombro, los sonidos pasaron a través de mí como el humo a través de una malla. Percibía sólo el presente y ninguna idea se mantenía adherida a mis pensamientos.

De hecho, no existían pensamientos, no había nada.

No había nada hasta que algunas ideas parecieron tomar forma en mi mente. No eran pensamientos, era algo externo, visible y contundente. En aquel momento la vibración se hizo más intensa y noté como me movía ingrávida de forma más notoria. No hubiera podido decir si mis pies se encontraban bajo mi cabeza o viceversa. Sentía una nebulosa y dejé que las ideas fluyeran sin oponer resistencia mientras la vibración crecía cada vez más.

Sentí que a través de los estímulos de mi cuerpo podría generar una gran energía. Una capacidad de purificación de la conciencia a través de las sensaciones y de llegar a lo profundo en el plano físico. El control mental, la aceptación de la fragilidad, del éxtasis y del dolor podrían favorecer la fortaleza y la pureza del ser humano. Ese proceso no implica un camino de sufrimiento sino más bien de placer, y que es posible controlar las sensaciones y las percepciones, algo que hace tomar conciencia del bien y del mal. La vibración era entonces tan intensa que sentía que mi conciencia se movía de forma pendular, de izquierda a derecha, lo que me proporcionaba cierto vértigo. Cuando sentí que mi cabeza iba a explotar, cesó violentamente y sentí como caía al suelo retomando la consciencia de mi cuerpo y despertando con gran cansancio. Abrí los ojos.

A mi alrededor todo seguía igual. El reptiliano seguía frente a nosotros observándonos y poco a poco recobré la capacidad de escuchar, notando como el gentío seguía gritando y cantando. Cuando miré al resto de seres con los que había estado charlando minutos antes, noté que varios de ellos se habían desmayado, lo que no me sorprendió. Otros, sin embargo, se mantenían erguidos como yo, cubiertos de sudor, respirando agitadamente. Me pregunte si yo tendría el mismo aspecto y comprobé, prestando atención a mi cuerpo, que así era, algo que hizo que terminase de tomar conciencia de mi cuerpo.

Reptil emplumado

Aquellos que se habían desmayado habrían de repetir de nuevo la experiencia, cuando estuviesen preparados. Sin embargo, los que habíamos pasado por el trance sin sufrir el desvanecimieto podríamos comenzar un camino de instrucción espiritual que habíamos entrevisto en las visiones. Me pregunté si todos habríamos percibido lo mismo y de la misma manera o si cada uno lo habría experimentado de una forma diferente.

Observé a los que, como yo, se mantenían en el tablado ya que aquellos que no habían superado el trance se retiraban y unían al resto de la gente.

Ts’u’uy, un galápago de ojos firmes y sabios hablaba con Manik, un joven dulce y sereno que representaba un caballo. Tuukul y Na’ahal, vestidos con atavíos de mono y gato, respectivamente, se abrazaban emocionados. Nuup y Taábal, que también formaban una pareja complementaria y que respectivamente vestían con ropas que imitaban el murciélago y el zorro, se agarraban de la mano y miraban al reptil. Otros como Taanah, Suuk o Habik, pájaro, cocodrilo y pez, se mantenían como yo, y muchos otros más, observando al gentío que se agrupaba celebrando el momento. Yo sería nombrada como Citlalin desde ese momento en adelante. Y en ese instante no pude menos que agradecer a los dioses que me permitieran vivir aquella experiencia.

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Ts’u’uy- Significa «duro» en lengua sagrada 
Manik – Significa «comerciante» en lengua sagrada 
Tuukul – Significa «premeditación» en lengua sagrada 
Na’ahal – Significa «vencer» en lengua sagrada 
Nuup – Significa » conectar» en lengua sagrada 
Taábal – Significa » arraigar» en lengua sagrada 
Taanah – Significa «hogar» en lengua sagrada 
Suuk – Significa «costumbre» en lengua sagrada 
Habik – Significa «abril» en lengua sagrada 
Citlalin – Significa «luna» en lengua sagrada 

Bitácora de Selene; IV (4º parte) – Las bestias de la pirámide escalonada

La esfinge de Chac Mol

Avancé por la sala que se extendía ante mí respirando con dificultad, debido a la alta temperatura y humedad de la habitación, en cuyo fondo, recubierto de oro y piedras preciosas reconocí una escultura familiar, la figura de Horus, mensajero de los dioses, o Chac Mol en lengua sagrada. La esfinge, con incrustaciones de nácar en uñas, dientes y ojos, me miraba, ansiosa. Posé mi mano sobre su cabeza y percibí gruñidos de animales que provenían de la lejanía.

Avancé hacia la puerta más cercana y la abrí. Ya no era de noche, el sol se aproximaba a su cénit y la luna se aproximaba a él. Ante mí se extendían las faldas de una enorme pirámide escalonada de una vara y media de cuerda de altura. Al igual que la gran pirámide de Keops, desde su superficie, que era plana y estaba coronada por un templo por el que yo comencé a descender, pude distinguir cuatro caras de las que constaba, cada una con una escalinata independiente.
La pirámide era protagonista de un gran número de edificios monumentales repartidos a lo largo de una gran llanura repleta de vegetación. A los pies del templo, cientos, quizá miles de personas se agrupaban. Según fui descendiendo por la escalinata, me di cuenta de que lo sonidos que minutos antes había creído de animales, eran aplausos, ovaciones y cánticos sagrados de la masa presente. Al final de la escalera, en una superficie rectangular a varios metros del suelo distinguí un grupo de seres zooformes y recordé que yo también me presentaba ataviada con cuernos de vaca y alas, según la representación clásica de Isis en Egipto.
La pirámide escalonada

 

Al llegar al pequeño tablado, observé que el bestiario reposaba en tronos de piedra y oro en torno a una mesa de jade en cuyo centro, hueco, se erigía una hoguera de pequeñas dimensiones. Un ser con aspecto de saurio me esperaba al llegar con una copa de la que me invitó a beber. A continuación me convidó a acercarme a una poltrona vacía coronada con cuernos de obsidiana. Las bestias charlaban animadamente y me sonrieron cálidamente al llegar, acto que les devolví agradecida. Sabía que los seres que me acompañaban habían seguido el mismo camino que yo para llegar hasta aquí y cada uno representaba una divinidad, según las sagradas profecías, que debía estar presente en el eclipse anular de Sol y la alineación de las Pléyades con el astro rey y la tierra, momento en que, por fin, la Serpiente Emplumada haría su aparición.
Discos solares

Observaba a mis acompañantes fascinada, intentando descifrar el ajuar que portaban. Dragones de varias colas, perros con largas lenguas y pinchos, cabras de grandes colmillos, bestias de dos cabezas, leones arqueros, peces alados, águilas de hueso o ranas con cuernos eran algunas de las formas que, entre otros animales más comunes, pude distinguir. No había ni un solo atisbo de servilismo en ellos, lo que me hizo sentir cómoda. Medio desnudos, muchos portaban en sus cabezas coronas de plumas de colores y símbolos de metal del astro sol y algunas divinidades antiguas sagradas. Sus falos y pechos estaban descubiertos y denotaban su excitación. En la indumentaria de todos ellos pude distinguir el ojo de Ra o disco solar alado.

Un gran número de ellos lucía grandes orejeras hechas de materiales como mica y jade a juego con collares, cinturones y penachos. En brazos y piernas, brazales de metal labrados se confundían con los dibujos y escarificaciones de su piel. Su dentadura, en ocasiones, era afilada y brillaba a la luz de la luna con colores imposibles reflejados por piedras preciosas.

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NOTAS: 
Medidas de longitud:
(*1)  Vara de cuerda – 52,5 metros

Bitácora de Selene; IV (3º parte) – El viaje; Bajo tierra

Tras bajar por las escaleras de varias varas de altura llegué a la caverna de la sangre. La sensación húmeda del recinto y su oscuridad granate silbaban acompañados de susurros cavernosos. Percibí un resplandor al final del túnel que alcancé tras unos pasos. En aquél lugar, sobre un lago rojo, una barca con dos jóvenes aguardaba pacientemente. Semejante a las naves usadas en las fiestas de Amón ésta se diferenciaba en que sus extremos presentaban cabezas de lagarto de cuyas bocas salían espirales metálicas que se hundían en el agua. Dos crestas coronaban sus cabezas y sus cuerpos se unían formando el de un sólo animal.

Asimismo, los hombres que, situados cada uno a un extremo de la barca, portaban los remos y me miraban ansiosos, tenían la nariz aguileña y el pelo largo y lacio, muy brillante, los pómulos salientes y la frente ancha. Sus ojos eran almendrados y su cabeza ancha pero de cráneo alargado. Sus cuerpos estaban completamente surcados de tatuajes y sus dientes presentaban formas particulares como si hubieran sido limados, intercalándose entre ellos piedras preciosas. Subí así a la barca que avanzó durante una hora entre numerosos túneles angostos y oscuros que se mezclaban laberínticamente.

La paredes de los mismos estaban surcadas de jeroglíficos sagrados y egipcios que contaban las historias de estos pasadizos. La mayoría recalcaban señales de advertencia o anuncios de posibles consecuencias espirituales para los que por allí paseasen. Finalmente llegamos a una orilla, aún bajo tierra. Los remeros no hicieron ademán alguno y al llegar, pararon la nave y se mantuvieron inmóviles, mirando al suelo.
Salí de la barca y  me acerqué a unas escaleras, que se desplegaban frente a mí, muy semejantes a las que había bajado hacía apenas una hora. Me dispuse a subirlas mientras oía un susurro ahogado a lo lejos. Al llegar al último escalón encontré un doble portón de piedra labrada con un enorme dragón con grandes pomos como cuernos. Cogí aire y los empujé. 
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>NOTAS: 

Medidas de longitud:
(*1)  Vara de cuerda – 52,5 metros

El deseo de Litha

Sientes el instinto cuando has conocido al animal. E, inexorablemente, crece el deseo de volver a la selva. La esclavitud se convierte en adicción y se va comiendo, poco a poco, la luz. Es el espíritu que despierta. Mutación en una noche mágica, arcaica, que te hace volver a lo que no recordabas.

Deseo, de cualquier cosa, pero deseo. Puro, llano, simple. Llamando.

Se oye su susurro en el viento nocturno. Le suplico que me lleve y me pierda. Quiero madera en mi coño. Que me lleve. No puedo esperar.

Es una selva enredada de demonios que me encuentran ahora. Se les oye cuando no escuchas y te susurran que vuelvas, en lo profundo. Chillidos roncos bajo la luna de Litha.

Bitácora de Selene; IV (2º parte) – El viaje; La Gran Pirámide

Cuando la quinta luna del año alcanzó su fase vacía y Ra atravesaba el signo de Castor y Pólux, símbolo dual y mutable, me despedí de los míos.

Vestida acorde a los auspicios, me dirigí, con un pequeño séquito de tan sólo 20 personas encabezado por Adio, hacía la meseta de Giza. Frente a los frondosos palmerales de la ribera occidental del Nilo, la cohorte se situó frente a las gran pirámide, esperando las señales convenidas.

La Gran Pirámide dorada

Bajo la iluminación de las antorchas, se iniciaron libaciones en almizcle y benjuí acompañadas de salmos sagrados. La invocación, preparada desde hacía días, se producía en un círculo sagrado de incienso que creaba una protección para el cortejo.

Los mejores miembros de mi ejército, músicos, cantantes y algunos sacerdotes, seleccionados cuidadosamente en base a la predicción, me acompañaban en el momento previo a mi muerte. La pirámide, que recubierta de caliza blanca y de finas láminas de oro y plata podía verse, incluso de noche, a varias horas de marcha1), se erigía lánguida y muerta.

De acuerdo a las crónicas del antiguo escriba sagrado, Adio, el gran sacerdote, arrojó las ofrendas a los cuatro puntos cardinales. A los varios minutos, se produjo la resonancia profunda de un silbido lejano, muy intenso, y la tierra tembló bajo nuestros pies. Una enorme nube de polvo, que tapó momentáneamente la mitad inferior de la pirámide, nos sorprendió mientras otro sonido, esta vez más cercano y profundo, aulló bajo la tumba.

Lentamente, el polvo se disipó y el mundo pareció cobrar de nuevo su natural equilibrio. Fue entonces cuando Adio procedió a abrir la puerta de piedra giratoria que componía la entrada al monumento milenario.

Bajada a la cámara subterránea

Al adentrarnos en la pirámide, descendimos por un pasaje angosto de aproximadamente 2 por 2 codos reformados2). Frente a la comitiva, el sacerdote prendía pequeñas antorchas laterales del pasillo que avanzaba unas 15 brazas3) hacia el interior de la construcción. Al final del túnel, otro pasadizo más estrecho, de menos de 2 por 2 codos reformados, se enclavaba aún más en las profundidades del sepulcro.

La cámara del Caos
Se acercaba el momento de mi muerte y ello me excitaba. Sentía latir mi sexo cuando el sonido de los obóes dobles, laúdes y arpas entonaron una nota sagrada que se mantuvo suspendida en el aire durante varios segundos. Ante mis ojos, las paredes de la cámara que ante nosotros se extendía y que debía de medir menos de 1 vara de profundidad4), se abrieron para dejar paso a la comitiva.

En la cámara del Caos, Adio me ayudó a introducirme en el pozo cuadrado. Con un diámetro de 1 braza, en su interior se podían observar ahora una escaleras por las que descendí. -«Has de bajar tu sola«- me dijo, antes de perder a mi compañía y penetrar en el agujero.

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NOTAS: 
Medidas de tiempo:
 (*1)  hora de marcha – 10.500 metros
Medidas de longitud:
(*2)  codo reformado – 523,5 mm
(*3 brazas – 1,80 m
(*4)  vara – 18 m

Bitácora de Selene; IV (1º parte) – La Profecía

Los signos aparecieron tal y como lo hacían en la profecía. Dos símbolos de más de dos varas de cuerda1), cada uno inscritos en la arenas, en tan sólo una noche.

El Regreso de la Séptima Serpiente

Esta predicción, que se pierde en los tiempos a través de las palabras de mis más remotos antepasados, es ignorada por el pueblo y por cualquiera que no posea sangre real. La preparación por mi parte había sido concienzuda, desde que tengo uso de razón..

7 días antes de la fecha exacta, Hammal me trajo la noticia. Recuerdo recorrer el centro de las ruedas con entereza, procurando disipar el temor del pueblo pero con cierto estupor. Allí estaban, tal y como anunciaba el vaticinio. Dos enormes discos monumentales con inscripciones sagradas.

Acudí al gran sacerdote, Adio, que como siempre me recibió pacientemente en su oráculo.

El primer disco es el llamado ‘El Regreso de la Séptima Serpiente‘»- dijo- » En él, podemos leer varias palabras escritas en el antiguo lenguaje sagrado. ‘Sacerdote’, ‘eclipse’ y ‘renacer’ aparecen, entre muchas otras, con la vida y la divinidad en su centro.»- expuso.

Tzolkin, el calendario sagrado

El segundo círculo es el Tzolkin, calendario sagrado. En él hay mucha información.»- dijo con un brillo en los ojos- «Marca la fecha y la hora exactas nombradas por la profecía. En el centro, está dibujado el día 0, día en que las Pléyades, el Sol y la Tierra se alinearán. En esta parte de la figura se ve claramente el eclipse anular de Sol, en el que la luna ocultará parcialmente a Rá. 16 días después del suceso, Venus transitará por él.»- hizo una pausa.

Corrí a la gran biblioteca alejandrina a buscar los papiros sagrados que habría de repasar cuidadosamente durante los dos días siguientes, antes de comenzar el ayuno y abstinencia que durante 5 días me prepararían para el Tsab.

Mis ascendientes esperaban el suceso desde hacía 5.100 años. Yo debía saber qué hacer aunque estoy segura de que la excitación que yo sentía era mayor que la de ningún otro egipcio.

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NOTAS: 
Medidas de longitud:
(*1)  Vara de cuerda – 52,5 metros

Bitácora de Selene; III – Mesoré. Perder por no querer perder

Y hay más gente que se pierde de mi vida. Unos porque yo los aparto, otros porque se apartan ellos, con todo mi dolor.

Mesoré es uno de los gobernantes de mi reino al que más aprecio he tenido. Él no lo creerá pero así es.

Un hombre como pocos que he conocido, una autentica delicia en cuanto a todo. Lo que más disfrutaba con él eran nuestras conversaciones de madrugada, siempre intensas y eternas. Meses y meses pasamos regalándonos horas…

30 siglos del papiro de Turín.
Hay cosas que nunca se pierden

Pocas personas me entendían como él. No puedo evitar que mis ojos se empañen al recordarle, ahora que le he perdido.

El conocía mis escritos, mis anhelos, mis pasiones. Y yo soñaba con que realmente me comprendía a mí. Ahora dudo de si era así, ya que ha tenido por conveniente apartarse de mi camino. Como si nunca hubiese existido el lazo que nos unía, una alianza que me hacía sentir segura y que yo siempre le agradecía de todas las maneras que sabía.

Sus golpes eran casi sagrados. Nadie sabía o supo jamas hacerlo como él. Y tenía un tacto mágico en su piel. Sabía como a esta reina le gustaba que la tratasen y me hacía estremecer de placer sólo con sus letras. Si no hubiese sido así, no hubiésemos pasado tantas horas dejándonos llevar… Podía haber encontrado un esclavo que me torturase en menos de un segundo, pero yo le quería a él

Sé que leerás esto, lo sé. Y que no creerás nada de lo que escriba. Me pediste que escribiese cuando me ataste a aquél árbol, durante toda una noche. Ahora no creo que quieras que lo haga, ni yo tengo fuerzas para hacerlo aunque será un recuerdo que no se borre jamás de mi memoria. Lo guardaré como uno de los más preciados tesoros de mi vida, aunque no lo creas.

Íntimo gobernante de mi reino, me di cuenta de que era peligroso mezclar esta función con nuestras aventuras. Una noche me armé de valor y te lo dije, pero nunca lo entendiste. No entendiste que era peligroso para mi, para mi corazón y para mi territorio. Porque te necesitaba y no quería perderte, mi querido amigo. Ése fue el principio (o el final) de nuestro alejamiento. Te perdí por no querer perderte.

Y lloré mares explicándote que no podíamos seguir así, pero me dijiste que todo era mentira aunque me prometiste que no te perdería. Tú que me protegiste, que me creíste cuando nadie lo hizo, ahora me dejas así. Y todo, ¿por qué? Porque no quise seguir dejando que me atases, que me golpeases, aunque yo adoraba que lo hicieses, porque aquello no me dolía físicamente, no me dolía mentalmente, pero sabes que no me hacía bien. Me sentía bien, muy bien así, pero hay cosas que no debo mezclar, no debo, porque me hacen daño. Y aunque tu te empeñes en querer pensar que ese no es el motivo, así es. No tengo ninguna necesidad de mentir en esto en mis escritos, en mi mundo, en mi terreno, en mi ensueño.

Graffiti erótico de Wadi Hamamat

No entendiste que, para mí, tu eras más importante que todo eso y que por ello actuaba así, porque no quería perderte. Ahora me duele pensar que, tal y como han terminado las cosas, parezca que a tí te interesaban más nuestros juegos. Pero no lo creeré, aun así. No lo creeré. Porque me niego, porque todo lo que compartimos tenía una base mucho más profunda, una base espiritual que, aunque tu cortes, estaba y estará ahí. Y lo sabes.

Perdona si no supe darme cuenta desde un principio de que aquello me hacía daño. Me dejé llevar sin pensar, solo disfrutando contigo cada momento, cada presente, sin pensar en lo que vendría. Perdona si no supe explicarte que aquello no sería eterno. Perdona si me equivoqué, de cualquier manera. Pero sé que nunca quise hacerte daño y que nunca te mentí.

Ahora, con el añil colándose por la ventana me acuerdo de ti.Te has alejado, en todos los aspectos, y el amanecer está vacío.

Bitácora de Selene; II (4º parte) – Khaleb es historia

Y hace mucho tiempo ya que lo es. Si no me he dedicado a escribirlo aún es porque había de quedar en el pasado, lo que ha provocado que el blog quedase congelado unos meses (demasiados) aunque, si me habéis seguido en Twitter, habréis visto que nunca me llegué a ir del todo. Y si precisamente me decido a nombrarlo en este momento es porque he de avanzar en mis memorias y contar cosas mucho más importantes.

Si, es pasto de cocodrilos desde hace mucho tiempo. Prometo contar su historia cuando mi mente no esté dispersa en otros testimonios que ahora mismo son más notables. Sólo diré, de momento, que ese hombre no meritó lo que le di.

Dondequiera que se encuentre su alma, sé que los dioses le pagarán con la moneda con que puso precio a los demás.