Bitácora de Selene; III – Mesoré. Perder por no querer perder

Y hay más gente que se pierde de mi vida. Unos porque yo los aparto, otros porque se apartan ellos, con todo mi dolor.

Mesoré es uno de los gobernantes de mi reino al que más aprecio he tenido. Él no lo creerá pero así es.

Un hombre como pocos que he conocido, una autentica delicia en cuanto a todo. Lo que más disfrutaba con él eran nuestras conversaciones de madrugada, siempre intensas y eternas. Meses y meses pasamos regalándonos horas…

30 siglos del papiro de Turín.
Hay cosas que nunca se pierden

Pocas personas me entendían como él. No puedo evitar que mis ojos se empañen al recordarle, ahora que le he perdido.

El conocía mis escritos, mis anhelos, mis pasiones. Y yo soñaba con que realmente me comprendía a mí. Ahora dudo de si era así, ya que ha tenido por conveniente apartarse de mi camino. Como si nunca hubiese existido el lazo que nos unía, una alianza que me hacía sentir segura y que yo siempre le agradecía de todas las maneras que sabía.

Sus golpes eran casi sagrados. Nadie sabía o supo jamas hacerlo como él. Y tenía un tacto mágico en su piel. Sabía como a esta reina le gustaba que la tratasen y me hacía estremecer de placer sólo con sus letras. Si no hubiese sido así, no hubiésemos pasado tantas horas dejándonos llevar… Podía haber encontrado un esclavo que me torturase en menos de un segundo, pero yo le quería a él

Sé que leerás esto, lo sé. Y que no creerás nada de lo que escriba. Me pediste que escribiese cuando me ataste a aquél árbol, durante toda una noche. Ahora no creo que quieras que lo haga, ni yo tengo fuerzas para hacerlo aunque será un recuerdo que no se borre jamás de mi memoria. Lo guardaré como uno de los más preciados tesoros de mi vida, aunque no lo creas.

Íntimo gobernante de mi reino, me di cuenta de que era peligroso mezclar esta función con nuestras aventuras. Una noche me armé de valor y te lo dije, pero nunca lo entendiste. No entendiste que era peligroso para mi, para mi corazón y para mi territorio. Porque te necesitaba y no quería perderte, mi querido amigo. Ése fue el principio (o el final) de nuestro alejamiento. Te perdí por no querer perderte.

Y lloré mares explicándote que no podíamos seguir así, pero me dijiste que todo era mentira aunque me prometiste que no te perdería. Tú que me protegiste, que me creíste cuando nadie lo hizo, ahora me dejas así. Y todo, ¿por qué? Porque no quise seguir dejando que me atases, que me golpeases, aunque yo adoraba que lo hicieses, porque aquello no me dolía físicamente, no me dolía mentalmente, pero sabes que no me hacía bien. Me sentía bien, muy bien así, pero hay cosas que no debo mezclar, no debo, porque me hacen daño. Y aunque tu te empeñes en querer pensar que ese no es el motivo, así es. No tengo ninguna necesidad de mentir en esto en mis escritos, en mi mundo, en mi terreno, en mi ensueño.

Graffiti erótico de Wadi Hamamat

No entendiste que, para mí, tu eras más importante que todo eso y que por ello actuaba así, porque no quería perderte. Ahora me duele pensar que, tal y como han terminado las cosas, parezca que a tí te interesaban más nuestros juegos. Pero no lo creeré, aun así. No lo creeré. Porque me niego, porque todo lo que compartimos tenía una base mucho más profunda, una base espiritual que, aunque tu cortes, estaba y estará ahí. Y lo sabes.

Perdona si no supe darme cuenta desde un principio de que aquello me hacía daño. Me dejé llevar sin pensar, solo disfrutando contigo cada momento, cada presente, sin pensar en lo que vendría. Perdona si no supe explicarte que aquello no sería eterno. Perdona si me equivoqué, de cualquier manera. Pero sé que nunca quise hacerte daño y que nunca te mentí.

Ahora, con el añil colándose por la ventana me acuerdo de ti.Te has alejado, en todos los aspectos, y el amanecer está vacío.